Muchas personas piensan que las palabras charlar y conversar son sinónimas, o significan prácticamente lo mismo. Nada más alejado de la verdad.
Charlar, significa hablar mucho, sin sustancia o por mero pasatiempo. En inglés: chatear, lo que es igual a hablar mucho y decir poco. Es una práctica común, pero que no deja casi nada en limpio, pues no se tratan temas relevantes o profundos, sino todo lo contrario, son superficiales e insignificantes. Como diría Inodoro Pereyra (Fontanarrosa): livianos y pasatistas.
El conversador, en cambio, es una persona que sabe hacer ameno e interesante lo que expresa. Se trata, la conversación, de una verdadera comunicación, que tiene sustancia, contenido, calidad, no es utilizada tan sólo para matar el tiempo. En este caso, el relacionamiento es más elevado, puesto que los temas que se eligen, también están en concordancia.
De cada uno depende que la comunicación sea verdaderamente eficaz y satisfactoria, para lo cual se hace necesario, ponerse en el lugar del otro, y saber escuchar.
Para el hombre, es indispensable tener conversaciones intensas, de esas en donde se desnuda el alma, se descargan las penas y se dice todo lo que realmente se piensa. No en vano, las salas de espera de psicólogos y psiquiatras, están llenas de individuos que acuden a ellas, en busca de alguien que los escuche de verdad y con total atención.
Según los expertos en relaciones humanas, la soledad será uno de los problemas más graves de estos tiempos. ¿Increíble, no es así? , hablar de soledad, con tantos medios a nuestro alcance, con tanta tecnología para hablar y estar más cerca, sin necesidad de estarlo.
Disponemos de millones de celulares, de ordenadores, de sofisticados y rápidos sistemas de conversaciones inmediatas y en realidad, no nos comunicamos de verdad, en el fondo, seguimos aislados. Es algo difícil de entender.
Creo que la clave está en la sutil, pero contundente diferencia que existe entre las palabras “charlar” y “conversar”, si lo comprendemos, habremos dado un paso al frente para mejorar y reivindicar el verdadero placer de una buena comunicación.