Una vez, siendo casi adolescente, los maestros de la iglesia, a la cual asistía por ese entonces, realizaron con nosotros un interesante trabajo. Preguntaron al juvenil grupo qué cosas nos gustaban hacer y en qué actividades nos considerábamos buenos. Cada uno de los presentes fue dando las respuestas. A algunos les gustaba y les salía bien, cantar. A otros las manualidades les iban de maravillas. Estaban los que escribían muy bien y también los que manejaban a la perfección las relaciones públicas. Una vez que los presentes volcaron sus inquietudes y cualidades, los maestros nos dijeron que jamás debíamos olvidarnos, ni dejar de lado, aquello para lo cual éramos buenos y que además nos daba placer desempeñar. Fue una magnífica enseñanza.
A la distancia, me fui dando cuenta que de eso se trata, es el secreto de vivir feliz y de disfrutar de lo que se hace.
Nacemos con determinados talentos que son los que nos permitirán avanzar en todos los aspectos, siempre y cuando nos tomemos el trabajo de averiguar cuáles son y, luego, la tarea de desarrollarlos para sacarles, de esa manera, el mayor provecho posible.
Algunos descubren sus cualidades y aptitudes tempranamente, son verdaderamente muy afortunados. A otros les lleva toda la vida y también están los que un día cualquiera abren los ojos, se les corre el velo y, ¡voilá!, por fin pueden verlas con total claridad.
Creo que lo más importante es, cuando uno se da cuenta, tomar las riendas del asunto y dar los pasos necesarios para avanzar en ese sentido. No importa si es tarde o temprano, si somos jóvenes o muy mayores. Mientras estemos con vida, es el momento, no pongamos excusas. Nada existe que realmente nos impida realizar nuestros sueños, salvo nosotros mismos.
Si hoy nos dimos cuenta que lo que realmente nos gusta es cantar, y que somos excelentes en ello, ¡pues vayamos a practicar canto y vocalización! Para convencer a los demás que podemos, primero debemos estar persuadidos de que somos capaces, ¡démonos un poco de crédito!
Tal vez no consigamos llegar a la cima, subir a algún podio o recibir una medalla de oro, pero, ¡cómo vamos a disfrutar de cada minuto vivido!