domingo, 25 de abril de 2010

Aptitudes y talentos…

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Una vez, siendo casi adolescente, los maestros de la iglesia, a la cual asistía por ese entonces, realizaron con nosotros un interesante trabajo. Preguntaron al juvenil grupo qué cosas nos gustaban hacer y en qué actividades nos considerábamos buenos. Cada uno de los presentes fue dando las respuestas. A algunos les gustaba y les salía bien, cantar. A otros las manualidades les iban de maravillas. Estaban los que escribían muy bien y también los que manejaban a la perfección las relaciones públicas. Una vez que los presentes volcaron sus inquietudes y cualidades, los maestros nos dijeron que jamás debíamos olvidarnos, ni dejar de lado, aquello para lo cual éramos buenos y que además nos daba placer desempeñar. Fue una magnífica enseñanza.

A la distancia, me fui dando cuenta que de eso se trata, es el secreto de vivir feliz y de disfrutar de lo que se hace.

Nacemos con determinados talentos que son los que nos permitirán avanzar en todos los aspectos, siempre y cuando nos tomemos el trabajo de averiguar cuáles son y, luego, la tarea de desarrollarlos para sacarles, de esa manera, el mayor provecho posible.

Algunos descubren sus cualidades y aptitudes tempranamente, son verdaderamente muy afortunados. A otros les lleva toda la vida y también están los que un día cualquiera abren los ojos, se les corre el velo y, ¡voilá!, por fin pueden verlas con total claridad.

Creo que lo más importante es, cuando uno se da cuenta, tomar las riendas del asunto y dar los pasos necesarios para avanzar en ese sentido. No importa si es tarde o temprano, si somos jóvenes o muy mayores. Mientras estemos con vida, es el momento, no pongamos excusas. Nada existe que realmente nos impida realizar nuestros sueños, salvo nosotros mismos.

Si hoy nos dimos cuenta que lo que realmente nos gusta es cantar, y que somos excelentes en ello, ¡pues vayamos a practicar canto y vocalización! Para convencer a los demás que podemos, primero debemos estar persuadidos de que somos capaces, ¡démonos un poco de crédito!

Tal vez no consigamos llegar a la cima, subir a algún podio o recibir una medalla de oro, pero, ¡cómo vamos a disfrutar de cada minuto vivido!

domingo, 18 de abril de 2010

Si te he visto, no me acuerdo

 

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No hay caso, los seres humanos, somos toda una incógnita andante y parlante.

Así es, estimados congéneres y camaradas de ruta, como a diario causamos gran sorpresa en nosotros mismos, con algunas “salidas” o actitudes, entonces ¿cómo no turbaremos o despistaremos a todos aquellos que nos rodean?

Mientras perdure nuestra simpática, pero conflictiva, especie retozando sobre esta tierra, créanme que, tanto a sicólogos como a siquiatras, y demás arregladores de balurdos (disparates) mentales, nunca les faltará trabajo.

A esta interesante y realista conclusión, llegué luego de repasar algunas formas de encarar ciertas situaciones en las que nos vemos envueltos a lo largo de la vida. Por ejemplo, noten ustedes las diversas “posturas” que solemos adoptar cuando, ya de adultos, circunstancialmente nos topamos con algún conocido o ex amigo de la infancia. Pude observar que, la gran mayoría de las veces, miramos hacia otro lado o “hacemos de cuenta” que no lo vimos al individuo en cuestión. ¿Por qué actuamos de esa manera?, aquí es donde la lista de probables respuestas, se vuelve algo extensa, casi interminable.

En estas cuestiones, como en muchas otras, en un abrir y cerrar de ojos, nos volvemos insólitos y poco sensatos.

En mi caso, confieso que casi siempre, reconozco a las personas con las cuales me cruzo en la calle. Si no las saludo, es porque tengo cierto temor a no ser reconocida. Otro de los motivos, es que ofrezco resistencia a revolver, o traer al presente, historias del pasado. Este último, forma parte del sofisticado mecanismo de defensa que trabaja a sol y sombra, para mantenerme feliz y contenta.

También incide un poco la falta de tiempo. Convengamos en lo siguiente, no podemos encontrarnos con alguien que hace más de veinte años no vemos, y departir solamente un par de minutos, sería algo inconcebible e inadmisible. Por lo tanto, lo del tiempo, es la razón más razonable, valga la redundancia, de todas las desplegadas hasta el momento.

Para el final, dejé los móviles más abstrusos, los que se alojan cómodamente en un lugar oscuro de la mente, se caracterizan por ser inexplicables.

No me dejen sola con esta ensortijada madeja de fundamentos, motivaciones, causas y principios, aporten lo suyo. Tienen ustedes la palabra.

domingo, 11 de abril de 2010

Tratando

17 de junio de 20090010

Créanme que no se puede retroceder en el tiempo, no lo intenten más, se los digo por experiencia, es en vano. El pasado no vuelve y a no pocos seres humanos, nos cuesta mucho convencernos de ello.

En determinados momentos de la vida, todo aquello que dejamos atrás, nos estira de alguna forma. A través de los recuerdos, lindos o feos, de la nostalgia, de las culpas o de los remordimientos. Son situaciones difíciles, porque todos somos aprendices en esto de vivir. A algunos les toma unos minutos, a otros toda la vida, salir airoso y sin magulladuras, de tales episodios. Depende del tipo de personalidad que uno posea y del momento particular que se está atravesando.

Si cometimos errores, tendremos que aprender a superarlos y convivir con el hecho de que no somos perfectos y que estamos lejos de serlo. Sin embargo, no debemos abandonar nuestras aspiraciones de ser mejores cada día. Amargarse, deprimirse o enojarse, es una pérdida total de energía y además, puede enfermarnos… y lo hace. Ahora están muy en boga las afecciones psicosomáticas, que provienen, justamente, de estos eventos. Desarreglos mentales que se traducen en daños físicos.

Lo recomendable, afirman los expertos, es perdonar, perdonarse y mirar para adelante.

Si existe gente dañina alrededor, alejarse en lo posible y dejarlos ser. Cada uno sabrá como acomodará la “mochila” que le tocó en suerte.

Dicen que los remedios más efectivos son: la solidaridad, el amor al prójimo, la bondad y ayuda desinteresada.

La última facultativa que visité me dijo:

“Tome té de hierbas, trate de no preocuparse demasiado por nada y sea feliz”. En eso estoy, las hierbas ya las tengo…

sábado, 3 de abril de 2010

Estilos de vida…

No ver, no oír, no hablar, esa parece ser la consigna porque, ante los sucesos que acontecen a nuestro alrededor, sin sucesión de continuidad, nos limitamos a ignorarlos para no comprometernos.

Hemos desarrollado una capacidad asombrosa para pasar por alto los hechos que no nos atañen en forma directa. Hicimos del egoísmo un verdadero apostolado y de la desidia un estilo de vida.

Pueden hacer lo que quieran, mientras no me salpiquen ni me relacionen.

Por favor, reaccionemos de una buena vez, hagamos sentir nuestro reclamo ante lo que nos parezca mal, denunciemos los atropellos y las atrocidades, porque, aunque parezca insignificante, cualquier granito de arena que se arrime permitirá construir una barrera para contener esa oscura y siniestra avalancha.

No nos quedemos callados, aportemos nuestras críticas constructivas y nuestras ideas para conseguir que la situación, si es que no se puede mejorar, por lo menos no empeore.


El que no sabe es un imbécil. El que sabe y calla es un criminal (Bertolt Brecht).