Los avances tecnológicos que observamos en el mundo, prácticamente nos sobrepasan, de la mayoría de ellos ni siquiera nos llegamos a enterar. Es todo tan rápido que, cuando nos estamos acostumbrando a alguna novedad, ya salieron muchas más a la luz.
Dentro de los rubros que están en constante superación, se encuentra la informática, es algo que, a todos los usuarios de la red, nos seduce y atrapa.
Desde nuestra primera máquina, con un Windows 3.1.1, pantalla en escala de grises, poco disco y escasa memoria, hasta las que poseemos ahora, han pasado 13 o 14 años. Procesadores exóticos, discos rígidos reverberantes y exageradas memorias, entre otras características, pasaron a ser tema de conversación hasta de las amas de casa, pasando por los curas, la policía, el banquero, etc.
Luego hizo su aparición Internet, loable invención que nos globalizó aún más y nos brindó la hermosa posibilidad de comunicarnos con muchísima gente. Todos los días nos sorprendemos por las nuevas y fantásticas posibilidades que nos brinda este servicio. Realmente es apasionante ver como ha favorecido al crecimiento intelectual y cultural el intercambio de información entre las personas. Hay mucha solidaridad, apoyo, sentido común, asesoramiento y otras bondades en la mayoría de quienes se conectan al mundo en forma virtual.
Pero no todo es bueno, porque entonces no sería el planeta Tierra ni sería la raza humana. Así como disfrutamos de las bondades, estamos expuestos a las acciones arteras y mal intencionadas de un grupo de malnacidos que gozan perjudicando a los demás. Estos funestos personajes son los que han diseminado la gran variedad de virus informáticos que andan dando vueltas. Son los que utilizan este benemérito medio para enrostrarnos pornografía, pederastia y todo un cúmulo de nefastas acciones.
Dicen que los mismos fabricantes de los programas antivirus son los que pagan a los hackers para que hagan el trabajo sucio, así ellos pueden vender más y mejor sus productos. Dicen que detrás de la pornografía está un insospechado sector religioso. Dicen tantas cosas y corren tantas versiones que hemos llegado a desconfiar de todo. Entre otras cosas, ya no podemos abrir con tranquilidad un correo porque puede tener no sabemos qué gusano o troyano que nos pueden infectar nuestros archivos.
Deseamos fervientemente que los dañinos recapaciten y, toda la inteligencia, ahora puesta al servicio de la maldad, la utilicen para mejorar la vida de todos, no de empeorarla…
