Cuando nuestra gata siamesa, Haifa, dio a luz seis gatitos, no nos encontrábamos en casa. Llegamos un tiempo después y nos sorprendió con una imagen un tanto desalentadora. Ella estaba dando de mamar a cuatro gatitos y más allá, a un costado de la cucha, estaban dos cuerpitos abandonados. Uno frío e inerte, el otro, ¡aún respiraba! Llamamos urgente al veterinario por teléfono, nos dijo que si todavía respiraba, había un mínimo de posibilidad que se salvara. Nos dijo que tratáramos que la madre le diera de mamar, así lo hicimos, lo calentamos un poco con nuestras manos y lo acercamos a la teta de Haifa. Afortunadamente el gatito volvió a la vida, se prendió a la teta y allí su historia cambió para siempre. Ese gatito es hoy en día, nuestra adorada Gaza.
¿Por qué la madre la había apartado de la camada de gatitos, sabiendo que una muerte segura aguardaba a esas crías abandonadas? El veterinario nos explicó que las gatas suelen “intuir”, por puro instinto animal, que la cosa no está del todo bien con algunos recién nacidos y deciden ocuparse de las crías que no tienen defectos ni problemas físicos. En ese momento, no lo comprendimos, pues Gaza , a simple vista, era una gatita normal y saludable, pensamos que la naturaleza animal, a veces cometía sus errores. Pasó el tiempo.
Cuando Gaza fue una gata madura, quedó preñada. Al momento de dar a luz, comenzaron los problemas, no podía hacerlo y finalmente, tuvimos que llevarla al veterinario para que la operara. Perdió los gatitos y nos enteramos que jamás podría tener crías, pues había nacido con un problema congénito, tenía los órganos reproductores inmaduros. Recién entonces, luego de transcurridos tres años, nos dimos cuenta la razón de que la madre intentara dejarla morir, pues “sabía” que esa cría tendría problemas en el futuro. De todas maneras, somos muy felices con Gaza, aunque no pueda tener más gatitos, pues ese pasó a ser un detalle menor. Menos mal que los seres humanos tenemos esa capacidad de ser magnánimos y piadosos con los defectos o fallas de la naturaleza, a diferencia de los animales. Dios nos dio esa capacidad, sólo que no muchas veces la empleamos y desarrollamos… pero aún así, no deja de ser un don maravilloso y digno de admiración.
16 comentarios:
Esa es la diferencia entre obrar por instinto o hacerlo de forma reflexiva.
Lo increíble es que el instinto sea capaz de conocer lo que nosotros solo sabemos tras ímprobas pruebas y certificaciones.
¿no se habrá cobrado nuestra racionalidad una parte de nuestro instinto que los animales conservan intacto?
Es envidiable eso de los animales en verdad, me salta esto cuando pienso en la madre de Hitler por ej.
A mi no deja de sorprenderme el mundo animal, y con la historia que nos has contado, lo reitero.
Hola mi niñaaaa, que llevo un tiempo alejada de la lectura, pero no os olvido, y espero ir poniéndome al día.
Un besito para los dos.
Que bella historia... la naturaleza es sabia y los animales tienen un gran istinto, igual me alegro que hayan llegado y ayudado a Gaza... que hoy es muy feliz aunque no pueda tener mas gatitos.
Me encanto este post. Super tierno!
María Jesús: tal vez así sea. De todas maneras, Dios nos regaló algunos hermosos sentimientos que nos diferencian de los animales, sólo que no siempre los usamos.
Abrazos.
Abrujandra: brrrr(escalofríos), ni quiero pensar en seres tan oscuros... y menos hoy, que es el Día del Amigo, día de las personas lindas y brillantes, ¡¡como vos!!
Ana: ¡¡es tan lindo contar nuevamente con tus visitas!!
¡¡Besos!!
Carla: sí, la vida te da esas compensaciones, donde te saca algo, te regala otra cosa... y uno debe saber apreciarlo.
¡¡Feliz Día del Amigo!!
¿Es posible Clara que amando lo imperfecto nos amemos a nosotros mismos?
que bella historia
que mas se puede decir¿?
Txema: opino que sí.
Me dejaste pensando...
Goloviarte: es una historia real, de esas que siempre te dejan algo. Es que siempre el crecimiento va acompañado de dolor, pero el resultado es puro placer.
Abrazos, amigo Goyo.
Clara pàsata cuando puedas por mi blog. Hau una cosa para tí.
¡Qué notable! No sabía que los gatos hacían eso.
Gaza está hermosa y no es incompleta por no tener gatitos, nadie es incompleto por no tener hijos.
Besos a las dos.
Txema: bien, iré a ver de qué se trata.
Mariela: opino exactamente lo mismo. Creo que "lo incompleto" pasa por otro lado, es largo el tema... si preparás unos mates lo tocamos en profundidad.
Clara, pasé por el blog que sugeriste. Noté cierta resignación y un poco de deseperanza en ese comentario. Pero, en algún momento de nuestra vida, nos tiene que pasar porqe todo es efímero. Hay que asumirlo.
No sé si lo más sensato es volver a inentarlo. Posiblemente si lo pensáramos cuidadosamente la respuesta sería no.
Pero ¿dime de alguna persona que prefiera llamar y no tener respuesta?
Primera vez que vengo a tu blog, lo he sobrevolado y me ha gustado mucho.
Sólo te voy a comentar esta entrada, porque me ha matado de ternurita.
Mi gato Bruno Alexis nació arriba de un árbol, luego la mamá gata se llevó a todos sus hermanitos y a él lo dejó abandonado. En ese momento tenía una infección en los intestinos muy fuerte, y era muy dificil que saliera adelante. pero salió adelante, claro, y hoy llevamos 12 años juntos.
Leo tu post y me emociono muchísimo, porque siento que hay un paralelo entre tu Gaza y mi Bruno.
Aún así, con el tema de las gatas que abandonan a sus crías... yo prefiero muchas veces a los animales.
Un abrazote.
Dondelohabredejado: ¡ouedes comentar todas las veces que quieras!, para mí es un placer leer tus comentarios.
¡Qué ganas de conocerlo a Bruno!, iré a ver sus fotos en tu blog, seguramente habrá varias, jajaja.
Te aprecio mucho, que tengas un lindo fide.
Publicar un comentario