
Cuando era pequeña e iba a la escuela primaria con mi hermana mayor, mi madre, cada día durante todos esos años, indefectiblemente desplegaba el famoso y archiconocido “paquete de recomendaciones”. Nunca faltó la extensa lista de cuidados que debíamos tener. Inclusive a veces, con mi hermana aprovechábamos para cargarla un poco y antes de salir para el colegio, decíamos a dúo:
- Sí, mamá ya lo sabemos: mirar para ambos lados antes de cruzar las calles, hacerlo con premura, jamás acercarnos a los autos, ni a gente desconocida, y menos aún si nos ofrecen golosinas… etc., etc.
Por lo que sé, prácticamente todos mis compañeros participaban en sus hogares de las mismas exhortaciones.
Me pregunto si los padres siguen haciendo eso con sus hijos, si les advierten de todos los peligros con los que pueden encontrarse al salir a la calle. Recién ahora entiendo la importancia de la repetición, porque cuando somos niños, olvidamos con gran facilidad las cosas, o no le damos el valor que requieren, por ese motivo se hace necesario insistir cada día, “como la gota que horada la piedra”.
Con gran preocupación observo que la gran mayoría de los niños hoy en día, cruzan las peligrosas calles y avenidas, totalmente distraídos, a veces jugando entre ellos y otras faltando el respeto a los automovilistas haciéndose los cancheros ( sobradores ).
¿Será que los padres ya no encuentran tiempo para aconsejar sobre esos detalles tal vez sumamente cotidianos, pero tan importantes a sus pequeños?
En la televisión a cada rato martillean: “Si de verdad ama a sus hijos, compre el mejor desinfectante para el hogar”, o “Sólo será una buena madre si da a sus hijos, Actimel, Danonino y crema dental Colgate”… sin embargo, me parece que toda la mercadería del mundo no suplanta los sabios y preocupados consejos de los mayores, que son verdaderamente oro puro, y no se adquieren con dinero.