
Hace poco leí en un libro lo siguiente: “Memorizamos las fechas históricas y los nombres, no la lección”. Por eso la historia se repite una y otra vez, sencillamente porque no aprendemos de ella.
Esa fue la experiencia que me dejó la escuela. Año tras año, memoricé fechas, lugares y nombres, como si fuera lo más importante, aquello que era menester guardar en “el disco rígido” del cerebro ¡Cuánta energía y tiempo desperdiciado!
Si tan sólo me hubiesen explicado que lo fundamental era recuperar el significado, los alcances e implicancias de tal o cual evento histórico, otra sería mi postura ante la vida. No digo mejor ni peor, distinta, tal vez más analítica y sincera.
Menos mal que nunca es tarde para “virar el timón”, para cambiar el rumbo de las cosas.
Leer con inteligencia, interpretar el sentido de los acontecimientos, allí radica lo substancial, lo trascendental para nuestras vidas. Lo demás es accesorio, si queda registrado, bien, si no, no cambia nada.
Esa fue la experiencia que me dejó la escuela. Año tras año, memoricé fechas, lugares y nombres, como si fuera lo más importante, aquello que era menester guardar en “el disco rígido” del cerebro ¡Cuánta energía y tiempo desperdiciado!
Si tan sólo me hubiesen explicado que lo fundamental era recuperar el significado, los alcances e implicancias de tal o cual evento histórico, otra sería mi postura ante la vida. No digo mejor ni peor, distinta, tal vez más analítica y sincera.
Menos mal que nunca es tarde para “virar el timón”, para cambiar el rumbo de las cosas.
Leer con inteligencia, interpretar el sentido de los acontecimientos, allí radica lo substancial, lo trascendental para nuestras vidas. Lo demás es accesorio, si queda registrado, bien, si no, no cambia nada.